
Era viernes como a las 7:00 pm (hora de Ecuador), de un día de principios de enero y en las cálidas instalaciones del Semisud cuando Jesús Londoño presentó al último expositor de la Jornada: Jesse Saint.
Todos nos quedamos boquiabiertos cuando nos enteramos que el joven americano que habíamos visto caminando por los pasillos jugando con sus niños y esposa era nada más y nada menos que el nieto de Nate Saint.
Como aclaratoria para aquellos que no conocen al personaje, Nate Saint fue uno de los 5 misioneros asesinados en la jungla ecuatoriana. No es mi idea entrar en las profundidades de la historia pero entre estos misioneros que no pudieron ver una vez más la luz del día porque una lanza atravesó su frente o pecho, se encontraban Jim Elliot, Nate Saint y otros tres "locos por Jesús". Este hecho conmovió a todo el mundo misionero, pero al mismo tiempo inició el más grande movimiento en cuanto a lo que a misiones se refiere a nivel internacional. Muchos se vieron impactados, otros exhortados y otros motivados a dejar la comodidad de su hogar y llevar las buenas nuevas de Jesús hasta lo último de la tierra.
Se estaban cumpliendo justo esa noche 50 años de este terrible acontecimiento (terrible para el mundo, pero magnífico para los propósitos del Padre) y no podré olvidar la reflexión dada por el nieto del misionero, la cual copio a continuación: "Mi abuelo y sus amigos llevaron una cruz, aunque quizás no se dieron cuenta hasta el final. Es posible que cuando estaban muriendo en aquella playa pensaron que habían fallado o que hicieron algo mal; pero ellos dieron su vida por esa gente que no conocían".
El momento más significativo y donde todos prorrumpimos en aplausos al ver la misericordia del Señor fue cuando Jesse llamó a la tarima a su "hermano", el nieto del que fuera el asesino de su abuelo, y entonces dijo muy emocionado: "Su abuelo mató a mi abuelo, pero yo lo amo como a mi hermano. Solo el amor de Dios puede lograr eso".

Hoy le doy gracias a Dios por haberme permitido el privilegio de estar allí sentada en ese audiotorio, escuchando en vivo y en directo el relato de Jesse. Definitivamente fue un privilegio enviado de lo alto.
En un documental sobre estos misioneros titulado "Los portales del esplendor" se le pregunta a Jim Elliot qué haría si los indigenas lo atacaran, a lo que él responde: "Aunque ellos me atacaran, yo no haria nada contra ellos. Yo estoy preparado para ir al cielo, ellos no".
Ahora te dejo a ti, que me lees en estos momentos, la misma pregunta final que nos dejó este jóven misionero al final de su reflexión: ¿Vivirás hoy para salvar tu alma o para ganar al mundo para Cristo?